La crisis modernista y el pontificado de San Pío X (I)

25.03.2014 16:36

LOS ORÍGENES DE LA CRISIS

 

La aspiración a una reforma de la Iglesia, presente siempre en todas las épocas, y que se había agudizado hacia la mitad del siglo XIX lo mismo en Italia que en Francia y Alemania, mezclada con la Cuestión Romana y con el risorgimento italiano, no había desaparecido, ni mucho menos, en los últimos años del siglo XIX y en los primeros del XX. En los ambientes conciliadores italianos, en torno a ciertos prelados abiertos y quizás sensibles a los signos de los tiempos, reflorecían algunas actitudes reformistas típicas del catolicismo liberal italiano.

Ante la crisis del positivismo y un renacido interés por los problemas religiosos, sacerdotes inteligentes y sinceramente celosos estaban persuadidos, sin duda con buena voluntad, de que podía ser necesario apostar por un catolicismo menos ligado a los esquemas tradicionales. Se suma a esta crisis que el estudio eclesiástico se había quedado atrasado; no había una historia eclesiástica desarrollada ni mucho menos libros aptos para el estudio, además el en estudio general de la teología era especulativo. Todo lo que viniera fuera de Roma era sospechoso.

Por aquellos años habían progresado notablemente los estudios positivos, históricos y bíblicos, gracias sobre todo a eruditos alemanes, en su mayoría protestantes y racionalistas, y parecían poner a prueba muchos datos tradicionales en la doctrina católica.

Pero no hay que olvidar otro factor: las tendencias de la filosofía moderna, que de una forma u otra se remiten a Kant, fueron desarrolladas y corregidas por Schleiermacher (1768-1834), quien fundó la religión no sobre el imperativo moral, sino sobre el sentido de dependencia de Dios. Posiciones bastante próximas a éstas las había defendido de forma independiente en Italia el grupo de católicos liberales toscanos congregado en torno a Raffaele Lambruschini (1788-1873), para el que los dogmas tenían una función esencialmente negativa e instrumental, excluyendo algunos errores, despertando y manteniendo vivo e1 sentido religioso. En Alemania, Ritschl (1822-1889) había seguido la trayectoria de Schleiermacher y había llamado revelación a la experiencia religiosa inmanente en el hombre.

Cundía, por tanto, en los ambientes católicos de principios de siglo una sensación de malestar, que presentaba toda una vasta gama de actitudes diversas. Ante estas tendencias, se repitió a comienzos del siglo XX bajo Pío X todo lo sucedido a la mitad del siglo anterior en tiempo de Pío IX: La Curia romana, entre otras cosas por el carácter de los dos papas, no supo o no quiso distinguir entre los diversos aspectos, no separó los extremismos de las posiciones moderadas, entre los que creían en la trascendencia, los que dudaban y los que habían perdido la fe, sino que condenó en bloque las pretensiones de la base.

Entre aquellos que se alejaron de la ortodoxia católica en el modo de propugnar la renovación de la Iglesia hay que destacar al sacerdote Alfred Loisy (1857-1940). Probablemente Loisy había perdido la fe y permanecía dentro de la Iglesia sólo por inercia. Destituido en 1893 por sus ideas cada vez más atrevidas. Intentó una síntesis, que resumió en “L’Evangile et l’Eglise”, publicado en 1902, provocando inmediatamente una fuerte sacudida en los círculos intelectuales franceses y una refutación vigorosa por parte de Grandmaison, del P. Lagrange y de Mons. Batiffol. El intelectual francés interpretaba en sentido escatológico la predicación de Jesús, negaba la inmutabilidad y el valor objetivo de los dogmas, reducía el valor de la autoridad eclesiástica e introducía una completa separación entre la fe y la historia.

Con Pío X, tres meses y medio después de su elección como Papa, entraban en el “Indice” cinco obras de Loisy. Tras nuevas alternativas de pasos contradictorios por parte de Loisy, fue éste excomulgado el 7 de marzo de 1908. Llegó a negar todo el fundamento de la religión cristiana e intentar sustituirla por una religión humanitaria.

En Inglaterra tuvo gran fama George Tyrrell (1861-1909). Calvinista, se convirtió al catolicismo y entró en 1a Compañía de Jesús. Pasó en seguida del ferviente tomismo a las tesis de los radicales, exaltando la libertad de conciencia en el campo de la investigación teológica. Después de haber caído sobre él varias medidas disciplinarias dentro de la Compañía, andaba buscando un obispo que lo acogiese en su diócesis como sacerdote secular. En su obra “Lettera confidenziale a un professore di antropología” sostenía Tyrrell que la reciente crítica histórica había demostrado la falsedad de muchos dogmas. Se le expulsó inmediatamente de la Orden y no encontró ningún obispo que le acogiese, quedando así suspendido de sus funciones sacerdotales, aunque no excomulgado.

 

Bibliografía:

https://infocatolica.com/blog/historiaiglesia.php/1011230201-la-crisis-modernista-y-el-pon